Llegamos a Kioto, apenas bajamos de la estación de tren nos enamoramos de sus callecitas sin fin. Kioto es una gran ciudad que conserva la arquitectura tradicional y no hay muchos edificios altos.
Apenas nos acomodamos salimos en un colectivo hacia la zona del "Camino de los Filósofos" o "Tetsugaku No Michi", un recorrido peatonal de casi dos kilómetros, entre los principales templos, bordeando un canal de riego que está rodeado de árboles de Cerezos.
Era Mayo, por lo que los Cerezos ya no estaban florecido, pero si estaban pomposamente verdes, y algunos con sus pequeños frutos. Al llegar nos dimos cuenta que se nos había hecho tarde. Los comercios de la zona y los templos cierran entre las 16 y las 17 hs. y ya estaba toda el área vacía, sin gente. Ese detalle hizo que el recorrido fuese mágico, teníamos todo el sendero para nosotros solos.
Era la tardecita y el sol se filtraba entre los árboles de una manera muy especial. Lo recorrimos conectando a cada paso con el lugar, observando los peces en el canal, las casas con sus jardines perfectos en la vereda, respirando paso a paso la tranquilidad que inundaba el lugar.
Para visitar los templos volvimos otro día por la mañana. Cada uno de ellos vale la pena y tiene algo especial para conocer, pero eso será para otro capítulo.